Hoy os voy a hablar del circuito de Monza, es uno de los trazados más impresionantes que he visitado y es el más grande que hay en Italia, de ahí que ha sido denominado como “ La catedral del Motor” . Tuve el placer de conocerlo hace dos años cuando acudí a la cita del Mundial de Superbikes y, sin duda, me cautivó. Se encuentra dentro del parque de la Villa Real de Monza, un paraje muy inglés y el sitio perfecto para idealizar , aún más, al circuito.
Todo el que llega allí se siente atrapado por algo especial, hay un aura de misticismo y de afición al motor que se palpa en cuanto entras dentro del parque. Es algo curioso que no puedes ver en ningùn circuito del mundo,es como si en el madrileño parque del retiro en vez del algo hubiera un circuito en su interior, la gente puede entrar a pasear por dentro de las instalaciones del parque por varios viales, es solo cuando pretendes entrar a las gradas cuando te piden tu entrada. Impresionante, nada màs entrar alli ver la pista me vinieron imágenes a la memoria de fotos y vídeos que se han rescatado de la época en que la Fórmula 1 comenzaba a disputarse allí. Aparte de este feeling tengo un cariño especial a Monza porque un año después de conocerlo, realicé un reportaje de él, con motivo del Gran Premio de Fórmula 1 donde tuve el honor de contar con un apoyo muy importante, el de Emilio de Villota. Me contó momentos especiales que él vivió cuando corrió allí, en la categoría reina. Una de las anécdotas que recordaba era la de los Tifossi que se las ingeniaban para tener cerca a sus ídolos y se preparaban montículos alrededor del trazado para poder ver bien las carreras.
Todo sigue igual, no ha cambiado nada. Cuando estaba allí, viendo pasar a Checa a Max Biaggi, al otro lado del circuito, se veían a los fans como locos subidos en sus montículos y animando a sus pilotos italianos… y a Checa, que esta medio adoptado en Italia por formar parte de Ducati.
El ambiente es muy parecido al español, muy eufórico y divinizando a los pilotos que siguen. Emilio me contó también cómo fue testigo de dos jóvenes que saltaron la valla metálica y se arrodillaron en la pista y comenzaron a besarla.
El conoció el circuito cuando estaba toda la pista llena de pintadas y dedicatorias de los Tifosi. Por desgracia, con las reformas que se han ido haciendo esto ha desaparecido, quedando solo una parte de una curva peraltada en la que ,como no, se puede ver aùn alguna pintada en el asfalto.
Ver en directo la pista es impresionante, un circuito de la vieja escuela, muy diferente a lo que vemos ahora con los “monopolizados” trazados en cuanto a diselo de Tilke.Con sus largas rectas que terminan en impresionantes frenadas con chicanes, en las que se puede presenciar algún adelantamiento, no tiene precio.
Una vez que estás allí merece la pena también pasear por la ciudad y visitar sitios como la Torre de Via Lambro, Plaza Trento y Trieste, el Duomo Di Monza.
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